top of page

P r e n s a   y   t e l e v i s i ó n

Entrevista para "Dramedias"

Entrevista para "Hoy empieza todo"

Entrevista de Tito Montero para el programa de televisión "Pieces"
Entrevista con Montse Cabezas para el telediario de TPA
Entrevista de Tito Montero para el programa de televisión "Pieces"
Entrevista de Eduardo Lagar
para La Nueva España
Entrevista de Marcelo García
para "Paisajes Eléctricos"
Entrevista de Marcos García
para "Neville"
Entrevista de Vanessa Gutiérrez
para el programa de televisión "Pieces"
Entrevista de Lucía Rodríguez
para La Voz de Asturias
Entrevista de Francisco García 
para La Nueva España

Entrevista para "Esto me suena"

Entrevista de Eva Vallines
para la revista teatral "La Ratonera"

-“El negro es un color”. ¿Qué pretende contar con este texto?

- Un hecho que ha pasado desapercibido para muchos: el 2 de junio de 1975 se encierran en una iglesia de Lyon más de ciento cincuenta prostitutas, como protesta por los asesinatos que se venían dando hasta entonces. Esta fecha se ha conmemorado con el Día de la Trabajadora Sexual, pero nadie había escrito sobre ella desde la ficción. Un acontecimiento que dividió a todo un país por cuestiones que, lamentablemente, aún no han sido resueltas.

-Su obra “Democracia” (premio Lázaro Carreter) aún no se ha estrenado en España. ¿Por qué? Parece que la democracia es hoy el gran problema de este país. ¿No nos interesa lo que cuenta?, ¿molesta lo que cuenta?

- Realmente lo desconozco, ya que pueda empatizar con un gran número de espectadores. Se trata de una pieza que no se adhiere a ningún movimiento político, que trata la realidad de cualquier país desde el humor, con pocos actores y que no requiere de una gran producción. Un sainete con claras referencias al Esperando a Godot beckettiano y a Valle-Inclán, donde tres personajes aguardan para votar en una sala desierta. Pretende la reflexión desde la alegría, adscrita a cualquier momento histórico, pues de lo que habla es del sentimiento de indefensión que vive el hombre común. Su estreno este año en Grecia fue un gran motivo de alegría y espero que pueda verse finalmente en los teatros españoles.

-Próximamente aparecerán dos libros suyos: El sermón del fuego (Ediciones Invasoras) y Cómo tratar y maltratar todo lo que podría haber sido una bella historia de amor (Luhu ediciones), que tendrá su estreno en Madrid en el mes de noviembre, en el espacio Lanau Escénica. ¿Qué temas abordan?

- El primero parte también de un hecho real: todos los días se concentran en el madrileño barrio de Embajadores más de quinientos drogodependientes. Esperan a las cundas, taxis ilegales que les hacen llegar hasta el camello. Una de las múltiples noticias que salió sobre el tema me incitó a fabular sobre una conversación entre Yonqui y Cundero, una pieza con grandes dosis de locura en la que hubiera constantes intercambios de poder, basándome en Caos de Antonio Álamo. El título procede de un poema de T. S. Eliot, que sería recitado y cantado en el ecuador de la obra, como expresión del éxtasis que sufren al ingerir la mercancía.

Cómo tratar y maltratar todo lo que podría haber sido una bella historia de amor se acerca más al tipo de narración conocido como “autoficción”, nacido en los años ochenta y que ahora se encuentra en pleno desarrollo. Se trata de una obra muy cercana a la biografía, donde se muestran distintas parcelas comunes a toda relación de amor, desde su inicio hasta una nueva caída. El diálogo con el espectador es constante y está basada principalmente en monólogos, con una gran libertad para el montaje escénico. Busca ser un encuentro de reunión para los amantes, de modo que cada espectador lleve a su situación personal lo que aquí sólo es el inicio de una reflexión.

-¿Un dramaturgo del siglo XXI ha de estar pegado a la actualidad o dedicarse a los “temas universales”?

- Partiendo de que todo acto es político, puede optar por ambas vías o ceñirse a una de ellas: no existen límites en el mundo de la ficción. En nuestra imaginación es donde reside la auténtica libertad, donde no hay posibilidad de máscaras, y todo lo que se ha conseguido o nos ha derrotado debe mostrarse de una forma sincera y verosímil: sólo aquello que nos avergüenza triunfa sobre el papel. El tema sólo es el punto de partida, lo importante es el diálogo con nuestro universo personal y saberlo llevar a escena de una forma acertada. La prueba es que recurrimos siempre a los clásicos, para constatar que todo había sido tratado de otra manera.


 

-En la era digital, interactiva, en la de la realidad virtual, ¿sigue teniendo sentido un arte tan antiguo como el teatro? ¿Sirve para algo en la sociedad actual?

- Si el teatro continúa presente es por una necesidad vital, porque nuestra propia naturaleza nos lo exige. En Madrid se ha dado un hecho muy chocante si lo comparamos con lo que ocurría hace algunas décadas: los cines Luchana cierran sus puertas y se han reconvertido en teatro, buscando una mayor beneficio. El espacio escénico tiene algo que no puede conseguir la realidad virtual (aunque empiecen a crearse páginas web donde descargar espectáculos), que es la comunión con el espectador. El hecho de que cada función sea distinta, de ese diálogo íntimo con el patio de butacas, de la cercanía, es algo contra lo que no pueden luchar las nuevas tecnologías.

-Como escritor, ¿qué le aporta escribir textos dramáticos con respecto a escribir poesía, otra de sus facetas creativas?

- Se tratan de medios distintos que persiguen un mismo fin: conocerme mejor. Sin embargo, ambos se retroalimentan, y mientras en mi teatro siempre hay espacio para referencias poéticas en un poemario tiene que haber una cierta unidad, una progresión y una coherencia en la fábula que estamos narrando.

-¿Qué temas le atraen para escribir teatro?

- Siempre el de la cotidianidad, el del día a día, el del personaje común y anónimo. Siento que necesito hablar de todo aquello que habitualmente no se ve y debe ser exaltado. A comienzos de año se estrenó Salvador, una pieza en la que se trata el caso real de un profesor de Primaria aquejado de bipolaridad, el más reconocido de su escuela, que decide suicidarse tras perder su empleo. Me interesan ese tipo de historias, crear un diálogo muy cercano con el espectador, muy a pie de calle, que busque una reflexión desde un planteamiento aséptico de los hechos.

-¿Hay alguno que se le resiste?

- En poesía el amor. Es el tema más escogido y el más complejo de abordar. Uno puede caer en el falso sentimentalismo, por ejemplo. Es ese el tema que he decido abordar en mi último poemario, que todavía estoy reescribiendo y mostrando a buenos amigos. En teatro me interesa continuar esa vía cercana a la crítica social, aunque en Cómo tratar y maltratar... aborde mi biografía sentimental de los últimos años. Sobre todo no me gusta repetirme en la forma, continuar explorando y que una pieza se presente con un disfraz alejado del anterior. En cuanto a los temas, son pocos e inevitables los que podemos tocar.

-Como autor, ¿cómo se definiría?

- Una voz que pretende ser cercana y que expone aquello que ha pasado desapercibido. Creo que la humildad es básica para continuar en todo esto: todos los días encuentro textos necesarios, algún amigo ha ganado algún premio o ha estrenado algo en otra parte, necesitas de un nuevo enfoque que comienza a nacer en nuevas generaciones... El teatro me ha hecho comprender la necesidad del trabajo en grupo, ese componente espectacular del texto dramático, ya que una obra es el resultado de un gran número de creaciones (autor, director, actor, etc.) que desembocan en un resultado final. Continuar aprendiendo e intentar dar lo mejor de mí mismo a cada paso, siendo consciente de que cada texto es un nuevo examen. Perseguir, en definitiva, una nueva expresión de alegría en el lector o espectador.

-¿La actualidad política española es sainete o dramón griego?

- Son dos trajes para un mismo cuerpo. Uno puede sonreír y abrazar el cinismo, o bien deprimirse ante la realidad que le gobierna. En mi opinión, creo que lo básico es conocer las reglas del juego y tratar de cambiar las cosas desde dentro, conseguir una sociedad más justa y benigna para quienes nos releven. Un grito ha de ser incisivo y coherente.

-¿Qué otros autores teatrales le interesan?

- En teatro siempre van conmigo Beckett, Mayorga, Mouawad o Koltés; en poesía Benítez Reyes, los Machado, Juan Luis Panero o Sánchez Rosillo. Pero sólo son algunos de los pilares, en una lista necesariamente larga (y seguramente interminable). En cada obra que abordo, ya sea un poema o una pieza teatral, aparecen nuevos referentes y puntos de vista. El catálogo es necesariamente amplio. Por citar a la joven dramaturgia, tengo en mente las creaciones de Alberto Conejero, María Velasco, Sergio Martínez Vila, Antonio Rojano o Paco Bezerra; entre la joven poesía estoy atento a Isabel García Mellado, Elena Medel, Andrés Catalán, Andrés Barba o Miguel Floriano, por citar algunos. Sin embargo, la ilusión se encuentra en cualquier género, ya que uno nunca sabe qué va a necesitar o dónde va a surgir la inspiración.

Néstor Villazón es un tipo tranquilo, tremendamente educado y de ademanes y discurso sosegados. Tanto que no resulta sencillo entrevistarlo porque el protagonismo parece incomodarlo hasta que llega el momento de no saber quién es en realidad el entrevistado ya que parece más interesado en escuchar que en responder. Maneja el silencio con maestría hasta convertir todas las pausas en dramáticas y es entonces cuando comprendes porqué con poco más de treinta años se ha convertido ya en uno de los autores teatrales más prometedores de la escena española. No obstante, como en esta ocasión presenta un poemario, empezamos con una pregunta que especialmente me gusta hacerle a los poetas: 

Escribir… ¿oficio o terapia?Se podría decir que ambas. La escritura es una suerte de terapia que en algunos casos acaba convirtiéndose en oficio, porque aquello que dijimos en algún lugar le ha llegado a alguien, y decide hacerse con el libro, y en ese momento le otorga valor de oficio a la poesía. Precisamente, uno de los poemas que estoy revisando termina: “Y recuerda: lo tuyo no es un trabajo/ para la mayoría de los españoles”. 

Llevo tiempo pensando que la política es la religión que domina nuestros días

Otra maldita tarde de domingo [Ediciones Vitruvio] me resulta un poemario más dialéctico y reflexivo que estrictamente lírico. ¿Estás de acuerdo? ¿Podemos hablar ya de poemas de madurez? ¿En qué se diferencia de tu primer libro de poesía, Melville en la aduana [LVR Ediciones, 2011]?Siempre me ha gustado ese “tú a tú” con el lector, algo que podemos encontrar en poetas como Wolfe o Benítez Reyes, que para nada desprecian la forma en virtud del fondo, sino que tratan de conjugar ambos. Lo que más me interesa es la cotidianeidad, el día a día de los hombres y mujeres que me rodean. Quizá Melville en la aduana sea más directo si cabe, con más rabia. Y por lo que estoy escribiendo ahora veo que tiendo a una mayor serenidad en la forma, con poemas más breves y que pretenden una mayor concisión. Pero no creo que sean poemas de madurez, sino los restos de un joven que juega a ser maduro. 

Si tuviera que caracterizar Otra maldita tarde de domingo con una sola palabra, me decantaría, sin duda, por ‘ecléctico’. Un poemario que bien podría servir de “manual” en cualquier taller literario a la hora de enfrentarse a la práctica diferentes ejercicios de estilo; desde el soneto (casi) clásico a una sátira del surrealismo desde el propio estilo surrealista. Dinos, ¿esta necesidad de tocar todos los palos poéticos se debe aún a una fase de aprendizaje o hemos de entenderlo ya como una especie de currículum vitae-literario en el que simplemente recoger toda tu experiencia poética?Es difícil decirlo. Personalmente creo que encontré mi voz poética hace tiempo, más allá de la forma que deba utilizar para un determinado instante. Sin embargo, tanto en poesía como en teatro nunca me ha gustado seguir una sola línea temática o formal. Dicho en pocas palabras: no me gusta que me identifiquen fácilmente. Siempre pretendo la sorpresa en el lector, que no se acomode. 

En varios textos tratas la cuestión de la famosa bohemia poética en tono desmitificador contraponiéndola, quizá, con lo que llamas “Monotonías de café”. ¿Sería posible una metodología que analizase el proceso creativo a partir de lo que los poetas piden en la barra de un bar, algo así como bebedores de café frente a bebedores de absenta?Siendo justos a la verdad, y por muchas veces que acertemos identificando a unos y a otros, he de decir que no. Tengo buenos amigos que son capaces de recitar borrachos pasajes enteros de la Ilíada en el griego original, así como lacónicos amantes de café y pasta que defienden la poesía experimental. Podría decirse que la belleza está en todas partes, más allá de la forma en que se plantea. Por poner un ejemplo, Borges prefería Pink Floyd a Beethoven. 

Otra pauta recurrente es tu gusto por la metapoesía, ¿posmodernismo o distanciamiento brechtiano?Me remito a una conferencia de Lorca, cuando le preguntaron qué quería decir con su conocido “Verde que te quiero verde” y respondió que no pensaba en nada concreto. O al propio Beckett, que rehuye el análisis de su Godot, cuando para la crítica ya ha sido la muerte, Dios, el destino… Escribo en un momento determinado sin pensar en nada determinado, sin analizar excesivamente por qué ha sido de ese modo y no de otro. 

Beckett rehuye el análisis de su Godot, cuando para la crítica ya ha sido la muerte, Dios, el destino…

Sin duda, tu labor como dramaturgo se percibe con claridad en tu obra poética. Ya hemos hablado del carácter dialéctico de gran parte de los textos de Otra maldita tarde de domingo así como del interés por mostrar las bambalinas del proceso creativo. ¿Sucede también a la inversa? ¿Se tiñen también de lirismo tus textos teatrales?Por supuesto. Poesía y teatro van unidos de la mano. Se complementan, sin que tenga que ser muy evidente ese lirismo. Del mismo modo que hay pasajes en las obras de Lluisa Cunillé que no parecen decir nada y son auténtica poesía, existen poemarios o novelas estructurados como un texto teatral. Podemos ver los casos de Almudena Guzmán o Pablo García Casado en el primer grupo, así como los de Salinger o Nothomb en el segundo. Resulta muy beneficioso la unión de distintas parcelas artísticas. 

Sigamos con el teatro… en 2009 te das a conocer a lo grande alzándote con el Premio Internacional de Literatura Dramática Lázaro Carreter. El título es asimismo ciertamente contundente, Democracia, un texto en el que tres personajes se encuentran un día de elecciones e interactúan con diálogos a medio camino entre el costumbrismo más castizo y el teatro del absurdo beckettiano. La sensación que transmiten fluctúa entre la apatía y el desconocimiento hacia el proceso electoral. ¿Es Democracia el reflejo de ese período no tan lejano en el que la sociedad se olvidó de echarle un ojo a las instituciones para encontrarse de pronto con que las habían saqueado por completo?Es un tema complejo. Si lo miramos objetivamente, el ciudadano no tiene que mirar con lupa ninguna institución, ya que se le exige al político el cumplimiento de un deber en base a lo que se supone una ética común. Ahora bien, la realidad es bien distinta. Contamos con dos problemas sustanciales: la falta de honor y la ausencia de culpables. Quiero decir, cuando en El corazón de Middlothian se dice “No sé mucho de leyes, pero lo que sí sé es que cuando teníamos un rey siempre podíamos tirarle piedras si no se portaba de forma correcta” está la clave del asunto. Nos falta un rostro visible, porque las culpas ruedan de unos a otros. 

Desde su publicación parece que la conciencia social ha despertado impelida por todos los desmanes cometidos por las clases dirigentes. Si esos mismos tres personajes volviesen a reunirse en la próxima jornada electoral, ¿en que se parecería y en que diferiría su interacción de entonces con la de ahora?Sinceramente creo que se encontrarían igual de perdidos, a pesar de los avances. Como decía uno de ellos: “Estamos solos, solos y sin dueño.” Y esa es la realidad: sabemos que hay que luchar, pero no sabemos cómo, ni en muchas ocasiones por qué, y lo más importante, contra quién. Llevo tiempo pensando que la política es la religión que domina nuestros días: uno debe tener fe, aunque sepa que quien le domina hace a su antojo, y vive rodeado de pastores de tertulia que dicen ver el camino correcto, siempre mejor que el que acaba de hablar o gobernar en el pasado, y uno sólo puede dar las gracias cuando algo bueno le ocurre y decir “Esto marcha”, o luchar a ciegas cuando llega la tragedia y no entiende de dónde viene o quién la envía. 

 He podido saber que tu próxima obra teatral está ya en imprenta. ¿Qué nos vamos a encontrar en Your dementia? Adelántanos una primicia…Your dementia es la relación de dos veteranos de guerra que se encuentran después de varios años, un tête a tête que pretende unir violencia y lirismo. Sin embargo, la obra no saldrá hasta finales de año en un volumen colectivo, donde estaremos los tres finalistas del certamen. Lo que acaba de aparecer es un texto incluido en la antología Núa de teatro contemporáneo, una obra con un título muy largo para tratarse de teatro hiperbreve:Algunas consideraciones previas para colocarse un sombrero mientras se observa la mayor obra de arte de todos los tiempos. Su argumento es, precisamente, ese: dos hombres (o mujeres) que contemplan la mayor obra de arte que ha existido jamás y cómo pueden llegar a matarse mientras la describen.



 

Si se conoce a Néstor Villazón, escritor asturiano (Gijón, 1982) afincado en Madrid, puede parecer una persona a la que le falló su tiempo. De maneras suaves, gesto elegante y conversación profunda, resulta un personaje anacrónico en la España de Rajoy y Gran Hermano. Pero tras su mirada soñadora y sus modales reposados, se esconde una voz lúcida con una sensibilidad especial para analizar el tiempo que le ha tocado vivir y que no desdeña género alguno para dialogar con el mundo y hacernos partícipes de esas conversaciones.

Filólogo de carrera (Universidad de Oviedo) y librero por necesidad, es autor de la obra teatralDemocracia, con la que obtuvo el Premio Lázaro Carreter 2009,concedido por la Asociación de Directores de Escena de España, el galardón más importante en la escena nacional de jóvenes dramaturgos. Acaba de ser elegido finalista del certamen teatral La Jarra Azul con su obra Your dementia, que será publicada el próximo año, y es autor del poemario Melville en la aduana (finalista del Primer Certamen LVR Ediciones, 2011), de diversos textos y adaptaciones teatrales, y ha participado en varias antologías. Es redactor de la revista teatral La Ratonera,reseñista en Clarín, coordinador de la sección de literatura para la revista Páramo y colaborador en el programa Con tres sentidos de la Televisión del Principado de Asturias.

Vitruvio Ediciones acaba de publicar su nuevo poemario, Otra maldita tarde de domingo, que lo confirma como uno de los jóvenes talentos de las letras asturianas. En NEVILLE hemos aprovechado para charlar con él. 

-¿Qué nos vamos a encontrar en Otra maldita tarde de domingo?

-En principio, una poesía bastante cercana al lector, a su día a día. Siempre me ha gustado ese diálogo secreto en mis lecturas, cuando el autor busca una complicidad y se muestra franco y sincero.

-¿Cuáles son tus principales referentes?

-Hay muchos. Rilke, Benítez Reyes, Luis Alberto de Cuenca, Rosales, Villena, Roger Wolfe (de quien tomo el título partiendo de unos de sus versosSin embargo, la decisión de escribir este poemario y de esta manera no parte curiosamente de la poesía. Fueron gracias a las lecturas de Bolaño (especialmente la primera parte de sus Detectives salvajes) y a mi cambio de residencia a Madrid, especialmente a sus bares, como pude ver otras formas de escribir y recitar poesía.

-¿Con qué autores, pese a su fama o importancia, no has conseguido conectar como lector?

-También hay muchos. Creo que es tremendamente complicado que alguien sea un referente real en poesía, más allá de los premios que pueda haber tenido, el ornamento literario, digamos. Y luego está el paso del tiempo. Normalmente un poeta es recordado por unos pocos poemas (con suerte) y la anexión a alguna generación. Por poner algún ejemplo, me parece evidente que Juan Ramón escribió demasiado, que Alberties tanto en poesía como en teatro la sombra de Lorca, de Neruda rescato tres poemas de Veinte canciones de amor…y dos de Crepusculario, Benedetti nunca me ha atraído… Pero es que tampoco se libran los que admiras, porque siempre hay algún momento en el que esa idea inicial de la que partimos todos ha sido repetida demasiadas veces.

 

-En literatura, el fenómeno best-seller trasciende las barreras, digamos, intelectuales para alcanzar todo de tipo de públicos, en muchos casos no lectores. Sin embargo, la poesía sigue siendo un terreno que quizá por su propia naturaleza, y pese a contar con grandes nombres reconocidos por la cultura popular, sigue estando asociado a una minoría. ¿A qué crees que se debe?

-Creo que a su falta de narratividad. Una persona que no lea habitualmente puede acabarse el último de Ken Follet en cuatro días, porque la historia le engancha gracias a una prosa clara y una estructura muy manida, pero eficaz. En poesía, a pesar de las generaciones, siempre existe una gran heterogeneidad. Por lo tanto, uno tiene que entrar en el juego de buscar, encontrar un mal autor y seguir buscando. Al final siempre aparece una gran voz, en cualquier época y con mayor o menor extensión, pero acaba siendo útil. Pero no estás frente a la narración de una historia, sino dentro de la misma. No es algo superficial y hueco como el best-seller, que por otra parte tiene una función tan beneficiosa como cualquier otro libro, ya que todo tiene un lector y una necesidad.

-Te cito: «se mecen en la angustia y la desesperación. / ¿Ésa es la bohemia? Entonces / no hablamos de bohemia: es dedicación / a todo aquello que añade un lugar inesperado». Parece que en un mundo como el actual, en el que se privilegia el pragmatismo fente a la incertidumbre de la creación humanista, es más necesario que nunca luchar contra clichés despectivos como los del poeta bohemio y maldito.

-Si te puedo ser sincero, ese tipo de luchas son las que menos me interesan. El hecho de que alguien catalogue a los poetas de ese modo creo que es un asunto menor. Es evidente que no es cierto. Personalmente me he encontrado a poetas borrachos —que no malditos— abrazando un árbol y recitándole versos; poetas que desayunan con traje y corbata —y que, doy fe, pueden llegar a ser más borrachos y malditos que los anteriores— y luego a la gente «normal». Se suele confundir al autor y a su personaje, el que interpreta en el mundillo literario. El verdaderamente importante es el primero. Lo otro sólo es una máscara que a mí, personalmente, nunca me ha interesado demasiado.

-En el 2009 ganaste con tu obra Democracia uno de los galardones más prestigiosos e importantes de la escena teatral nacional: el Premio Lázaro Carreter. La obra fue publicada por la Asociación de Directores de Escena de España, por lo que pudo ser leída por directores de toda España y captar una atención mediática notable. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Cumplió con tus espectativas?

-Realmente me cambió la vida. Por determinadas circunstancias llevaba meses sin escribir ni leer, y hasta había tomado la decisión de dejar de hacerlo para siempre. Cuando me llamaron, ni siquiera me acordaba del certamen. Ese certamen, y especialmente los integrantes del jurado con su trayectoria, me indicó que estaba en el camino correcto y que debía continuar.

-En Democracia, bajo el disfraz del sainete y el absurdo, hacías una sutil crítica social y política de nuestro país. ¿Qué hay de eso en el Néstor Villazón poeta?

-Evidentemente es otro el tono, pero la idea sigue siendo la misma. Después de escribir varios textos me sorprendió darme cuenta de que siempre había algo de materia social, que no política. Lo que ocurre en las altas esferas me importa lo justo para defenderme de sus ataques. Lo que de verdad me interesa es la cotidianeidad, el día a día de la gente, sus alegrías y temores más allá del engranaje político.

-La lengua asturiana tiene uno de sus mayores bastiones reivindicativos en la poesía. Como autor asturiano, ¿cuál es tu relación con ella?

-Como siempre, hay algo bueno en todas partes y todos los tiempos. He leído a autores como Martín López-Vega, Xuan Bello, Milio Rodríguez Cueto, Sofía Castañón… Hay en ellos y otros muchos versos necesarios que merecen ser conocidos.

-Ahora mismo eres librero, aunque, como tú mismo aclaras, lo eres por necesidad. No obstante, los libros forman parte esencial de tu vida, y tu posición desde dentro del negocio te hace tener una visión privilegiada del asunto. La crisis económica, la irrupción del e-book…: ¿hacia dónde nos dirigimos?

-En principio a una comunión entre el libro impreso y el digital. Lo que ocurre es que se está precipitando el dominio del segundo por motivos como la crisis o el ahorro de espacio en los hogares. Si una persona se ve angustiada económicamente y le ofrecen un surtido enorme de libros gratuitos para descargar, no va a acudir a la tienda. Reconozco que llevo en el móvil a Camba o a Quiroga, pero sólo es para leer algún fragmento mientras voy en el metro a trabajar. Hoy por hoy, me resisto a leer en el mismo formato El lazarillo de Tormes y el último libro de Diego Doncel. Creo que existe algo más en un libro que la mera lectura de lo que lleva impreso. Es como si bebes vino en una jarra de cerveza o en una copa. Creo que era Unamuno quien decía que un mismo libro, leído con una apariencia distinta, son dos libros distintos.

-Claro. Leer a Pessoa o Ángel González en un e-reader parece algo antinatural.

-Para un buen lector de poesía creo que debe de serlo. No es lo mismo bajarte a Pessoa y leer unas páginas, mantener el dedo pulsado para crear una marca y volver a «inicio» que acudir a librerías de viejo y encontrar una edición antigua de Áspero mundo. Otra cosa que se pierde es la intimidad, la empatía con el lector. La edición que tengo de Palabra sobre palabra de González me la firmó él mismo durante un recital que dimos en su honor en Oviedo. Y ahora ya no está. Pero está. Esta despersonalización creo que puede llegar a que estemos en el salón de nuestra casa en pijama, encendamos el ordenador y nos conectemos a «Presentación del último libro de Roger Wolfe», por ejemplo. Entonces abrimos una ventana y vemos al editor del libro comiendo un croissant en la cocina de su casa, que a su vez pincha y da paso al presentador del acto en su habitación con un café, que a su vez da paso al autor que se acaba de levantar. Son tres ventanas abiertas en el ordenador y ninguna persona presente. Creo que resulta curioso que el apoyo a la multiculturalidad de la globalización que estamos viviendo conlleve también el que nos alejemos cada vez más los unos de los otros o, más bien, que nos encerremos en nosotros mismos.

-Antes hablabas de tu llegada a Madrid. Como muchos otros asturianos, te has visto forzado a salir de tu tierra en busca de unas oportunidades profesionales que no encontrabas en Asturias. ¿Cómo está siendo la experiencia?

-Positiva. Asturias es un lugar maravilloso para vivir, con un altísimo nivel de vida. Pero en mi caso necesitaba conocer ciudades más grandes. La vida que desprende un lugar en el que nadie es de ninguna parte, donde ves situaciones que son un abanico continuo de historias por contar y especialmente la sensación de inquietud por saber qué va a pasar, para mí era algo vital. Después de varios años, la conclusión es que Madrid puede ser capaz de lo mejor y lo peor en el mismo día.

-¿Y cómo se ve el panorama de las letras asturianas desde Madrid?

-Bien y mal. En Madrid residen muchos artistas asturianos con los que puedes reunirte eventualmente y charlar sobre la situación de Asturias. Por un lado surgen nuevas voces, nuevos proyectos, pero también se ven dramáticos recortes en cultura , que al fin y al cabo es educación, y por tanto riqueza. Quiero decir, nadie está obligado a leer un libro, ir al teatro o acudir a una exposición: es otra forma de ocio, sólo que conlleva algo más. Lo importante es que no se le quite a la gente el poder de elegir y crecer.

-A tu condición de poeta y dramaturgo hay que sumarle tus trabajos como redactor y crítico en revistas y programas televisivos y radiofónicos culturales. Cada género tiene su lenguaje propio. ¿Hay alguno en el que te sientas más cómodo, o ves todos ellos como formas igual de válidas para expresarte?

-Siempre he creído —y las opiniones de los que me conocen así lo dicen— que me expreso mejor por escrito que frente a una cámara. Uno puede dejarse llevar, volver sobre lo que ha dicho, rectificar… Para todo lo demás hay que poseer el don de la oratoria, del que generalmente carezco para asuntos serios.

-Ejerces de crítico teatral y literario. ¿Qué función crees que tiene la figura del crítico en el mundo de las artres? ¿Es realmente necesaria?

-Es necesaria por varios motivos. Si es una buena crítica, puede ser una guía para quienes la leen o una buena labor de promoción. Para el primero de los casos sólo hay que fijarse en las reseñas de Abc, El Mundo, La Vanguardia o El país, ya que ese mismo día se venden un mínimo de siete ejemplares en la librería; para la segunda tenemos la tan codiciada Cinquenta sombras de Grey, trilogía de novela erótica de la que nadie sabía hasta que se colocó de anuncio en unos autobuses bajo el lema «La novela de la que todo el mundo habla». Ahora la trilogía ocupa los tres primeros lugares de los más vendidos. La crítica puede servir para descubrir a un nuevo autor o un tema que necesitas conocer, conocer a ese autor que admiras en otras parcelas literarias, conocer esa parcela literaria para que te sea útil en tu trabajo y, ya por último, ser la mecha que propicie alguna acalorada discusión entre escritores, lo que al final cumple las cinco funciones anteriores.

-¿Para cuándo el salto a la prosa?

-Llevo tiempo escribiendo una novela que en realidad es un experimento. Luego se me cruza algún proyecto y tengo que aparcarla, o me tomo un descanso después de haber escrito otra cosa, o simplemente no es el momento para continuar. Pero es algo que me apetece y que espero que algun día salga a la luz.

-Háblanos de tus próximos proyectos.

-Ahora mismo estoy trabajando en un poemario en el que intento olvidar los temás clásicos de la poesía, con el que pretendo un diálogo con el lector sobre literatura, sus ambientes, sus personajes… Una especie deAntología de Spoon River llevado al escenario literario. Y continuar con lo demás, seguir aprendiendo. Intentar no perder la ilusión.

"Es un orgullo recibir un premio de manos de quien admiras"

Néstor Villazón ESCRITOR.

09/04/2009 03:40 / LUCIA RODRIGUEZ

El escritor gijonés Néstor Villazón. 
(FOTO:XURDE MARGARIDE)

Tiene solo 26 años, pero ya ha ganado el galardón de literatura dramática más importante a nivel internacional: el Premio Lázaro Carreter otorgado por el Centro Dramático de Aragón. La obra de Néstor Villazón, Democracia , fue la elegida entre otras 74 candidatas por "su mezcla sarcástica y deliberada de sainete y el teatro de lo absurdo, mostrando el surrealismo de la cotidianeidad con ingenioso humor".

-- Cuál es el argumento de su Democracia?

--Es una historia transcurre en un día de elecciones. Tres personajes tratan el tema de si realmente la democracia es o no necesaria y de hasta dónde les lleva. La obra está tratada en clave cómica. Hablo sobre la realidad de nuestro país de una manera relajada y dejo caer ciertas cuestiones que nos afectan sin resolverlas del todo. Curiosamente, no hablo de la crisis económica en ningún momento.

--La novela aún no está publicada, precisamente ese es uno de los puntos fuertes del premio que le ha sido otorgado. Hace cuánto que la escribió?

--La empecé hace aproximadamente un año y la presenté en diciembre, más o menos cuando el plazo de presentación para el Lázaro Carreter ya había finalizado. El 1 de abril fue el día en el que me avisaron de que había ganado.

--Y cómo se siente un joven como usted ganando un premio de tanta repercusión?

--Para mí fue una alegría porque no siendo un autor importante, esto es una manera de reconocer mi trabajo. Además, siendo escritor, muchas veces te separas un poco de la sociedad, para observarla, y que esa misma sociedad sea la que te de ese reconocimiento, es algo muy agradable. Además, es un orgullo que gente a la que admiras te elija como ganador.

-- Cómo tomó la decisión de presentar la obra a concurso?

--La verdad es que me sentí muy a gusto con ella. Tuve la sensación de que realmente estaba terminada. Sí que es cierto que en ocasiones me desanimé, pero amigos relacionados con el mundo del teatro y mi pareja, que es actriz, me apoyaron. Yo tenía conciencia de que era buena, pero no creí ni por un momento que fuera a ganar.

--Además de escribir, colabora con varias revistas literarias asturianas, tiene algún proyecto en mente ahora mismo?

--Más o menos. Pienso seguir escribiendo y publicando artículos en las revistas en las que lo he hecho hasta el momento. Además, tengo pensado seguir escribiendo para algún grupo de teatro, como ya he hecho con anterioridad, para representaciones en teatros y cafés. Hay varios proyectos más en mente en relación con la dramaturgia y también tengo pensado reunir alguna selección de poemas para ver si se puede hacer algo con alguna editorial, pero no quiero adelantarme demasiado.

“No sabemos contra quién luchar”

Además de colaborador de La Ratonera, Néstor Villazón (Gijón, 1982) es un joven dramaturgo y poeta, licenciado en Filología Hispánica, que colabora con la revista literaria Clarín y fue coordinador de la sección de Literatura de la revista Páramo. Sus poemas han sido recogidos en distintas antologías, ha participado en recitales y programas de televisión literarios y acaba de realizar una adaptación de la Antígona de Sófocles. Pero lo que más llama la atención a quienes lo conocen es su mirada serena, su semblante sosegado y su hablar parsimonioso, como si desafiasen a su edad y su tiempo. Acaba de ser galardonado con el Lázaro Carreter, premio que posibilitará la publicación de su obra Democracia, pero esto no le hace perder el sueño, con los pies en la tierra y con el relativismo que da la edad (a él seguramente sus lecturas), nos habla de sus próximos proyectos. Amante de la literatura y compañero infatigable de los libros, se abre paso en el camino de la dramaturgia con una voz propia que esperamos volver a oír en más ocasiones.

Pregunta. El Jurado del Lázaro Carreter, premio otorgado por el Centro Dramático de Aragón, ha elegido tu obra Democracia entre otras 74, destacando su “mezcla sarcástica y deliberaba del sainete y teatro del absurdo mostrando el surrealismo de la cotidianeidad con ingenioso humor”, ¿tú cuál crees que es la principal baza de la obra?

Respuesta. Bueno, quizá mi gran baza sean los logros de otros. Es decir, he intentado acomodar, como bien ha dicho el jurado, la efectividad del sainete a nuestros días. Para ello vi en el teatro del absurdo, especialmente en Beckett y su Godot, el marco que mejor delimitaba la angustia, el desasosiego y sobre todo el desconcierto que hoy en día vivimos. Quizá esta obra le resulte cercana a gran parte del público, algo con lo que puedan sentirse reflejados.

P. ¿Cuáles son tus antecedentes como dramaturgo? Háblanos de tu obra teatral.

R. Lo cierto es que siempre me ha gustado experimentar en distintos campos, desde el teatro infantil a la comedia, pasando por el drama, alguna que otra adaptación… ¿Producidas? Muy pocas. El hecho de no contar con una compañía teatral o no estar vinculado en gran medida a una de ellas hasta el momento, dificulta dicha producción. Sin embargo, con Democracia he podido ver un terreno en el que me encuentro muy a gusto y siento que, bajo formas o aspectos diferentes, debería explotarlo aún más.

P. ¿Por qué te inclinaste por este género literario? Sabemos que también escribes poesía, ¿qué diferencias encuentras en el uso de ambos códigos y qué similitudes?

R. Evidentemente son dos géneros completamente distintos. Para mí, la utilización de uno u otro nunca ha sido un hecho impuesto, sino una opción necesaria. Quizá la poesía sea más personal, más lineal, ahonda más en un concepto y lo exprime. En el teatro puedes desarrollar en mayor medida tu propuesta, contando además con el aspecto visual, el de la representación, que impulsa al escritor a un mundo completamente distinto. Cuando escribo teatro simplemente me dejo llevar por el curso de los acontecimientos, transcribo literalmente lo que mi imaginación me dicta en ese instante, de seguido, durante un día o dos. No paro apenas para el descanso, porque entonces se va el tono, la intención, las imágenes, las sensaciones de la obra. Creo que Angélica Liddell dijo en una ocasión algo parecido y me sorprendió gratamente escucharla. Evidentemente luego llega la corrección, que puede durar meses e incluso años. Escribo, podríamos decir, como un espectador que asiste a su propia función.

P. Te incorporas al teatro desde la literatura y no desde la escena, ¿crees que eso aporta diferencias significativas a la hora de escribir?

R. Lo cierto es que desde pequeño he caminado junto a un libro. No sé, el libro es el objeto que me hizo comprender mi sufrimiento y me procuró las más grandes satisfacciones, después del amor. Un libro no te defrauda, pero, evidentemente, un libro no ama ni sufre, se mantiene inerte. Para mí es el perfecto complemento a la vida. Como bien dices, yo no me incorporo desde el mundo de la escena, sino desde la voz impresa. Evidentemente he visto teatro, he tratado de comprenderlo y analizarlo, me he formado en el aspecto más técnico... Quizá falte la práctica en otros puestos que no sean el de autor, pero estoy tranquilo. Todos tenemos nuestras carencias y nuestras virtudes. Conocer ambas es el camino para crear algo útil.

P. En La Ratonera ejerces como redactor y crítico, ¿qué función crees que tiene la crítica teatral, la consideras necesaria?

R. El papel de la crítica ha sido desde siempre muy discutido. ¿Es necesaria? ¿Realmente contribuye al proyecto o simplemente es la polarizadora de una guerra continua de ambiciones? Supongo que la crítica constructiva y sin malicia —aún siendo negativa— pueda tener conclusiones favorables. Pero siendo justos con la historia, hay que reconocer que lo que a la gente le interesa son las disputas, las discusiones, los malentendidos, la sangre, las vísceras, la carroña. Sobre todo en este ámbito, muchas veces estamos dominados por la vanidad. Qué se le va a hacer.

P. ¿Cuál es tu experiencia en cuanto a la recepción de la crítica, tanto por parte de las compañías como del público?

R. Es un poco lo que hemos hablado ahora. Hay críticos partidistas y críticos fiables; hay público al que le interesa tus recomendaciones y público que pasa la página del periódico o de la revista sin el menor interés; hay compañías agradecidas y otras que —en virtud a veces de otros intereses— no lo son tanto. Existen grandes críticos, grandes libros de ensayo, columnistas excelentes, artículos realmente útiles para gran parte del público. Pero el teatro no se diferencia excesivamente del resto de órdenes y posiciones que le rodean. En él hay las mismas pasiones —positivas y negativas— que originan el aliento y el desencanto en el resto de la sociedad. Es decir, cada uno es como es y disfruta con aquello que le es necesario. El problema, como siempre, es la ética.

P. ¿Qué supone en este momento de tu carrera este premio? ¿Crees que es el reconocimiento que te posibilitará continuar dedicándote a esto?

R. A lo largo de mi vida he ejercido numerosos trabajos —a menudo tremendamente alejados del ambiente literario— y siempre he tenido en mente la lectura y la escritura. Es algo que no puedo separar de mí, algo que necesito. La continuación o no a este nivel depende de otros factores que no son los meramente literarios o artísticos. Esperemos que sí. Respecto al futuro, siempre he intentado ser precavido con estos momentos de euforia. Disfrutarlos, sí, pero seguir trabajando, tener una cierta consciencia de que puede que mañana no consiga crear nada saludable o quede soterrado para siempre. Suelo recordar una frase que le decían a los generales romanos cuando llegaban victoriosos de una gran guerra. Durante el desfile, un esclavo le sujetaba la corona de laureles y le decía al oído: “Recuerda que eres sólo un hombre”. Evidentemente luego hacían lo que querían, pero yo prefiero escuchar esa voz.

P. La obra galardonada va a ser publicada por la ADE, eso supone que te van a leer directores de toda España, ¿piensas que esto facilitará su acceso a los escenarios?

R. Realmente lo espero. Ése es uno de los mayores deseos y objetivos que he tenido y tengo en la vida. Siempre que entro en un teatro, justo antes de comenzar la función, observo el techo durante unos instantes y me pregunto: “¿Haré alguna vez algo digno de ser representado aquí?” Por otro lado, es un honor que una publicación y un certamen tan prestigiosos se hayan fijado en mí. Y el hecho de que se hayan decidido por un autor relativamente joven y sin contar, quizá, con la experiencia que otros participantes pudieran tener. Ha sido una tremenda alegría que, por diversos motivos, traspasa el límite meramente literario.

P. Como los lectores no conocen aún la obra, cuéntanos el argumento.

R. Nos encontramos en un día de elecciones, indeterminado, con una sala vacía y tres personajes que aguardan el momento para votar. Lo curioso es que allí no hay nadie, nada indica que sea ése el lugar ni encuentran responsable al que acudir. Pero les han dicho que es allí donde deben estar. De esto modo, se inicia una conversación aparentemente intrascendente, pero que deja caer parte del desconcierto en el que vivimos. La obra es, en principio, breve, porque lo que se pretende es mostrar un pequeño instante en la vida de sus personajes, sin extenderse en demasiadas teorías políticas o sociales. Tan sólo se sugieren para que el espectador complete la obra al salir a la calle. La realidad es que hoy en día no sabemos a quién acudir, quién tiene la culpa. En El corazón de Middlothian, de Walter Scott, uno de sus personajes decía: “No sé mucho de leyes, pero lo que sí sé es que cuando teníamos un rey siempre podíamos tirarle piedras si no se portaba bien”. Ésa es la sensación. Puede que durante todos los siglos de nuestra historia, durante todas las épocas, ésta sea la primera en la que no sabemos contra quién luchar. Y la lucha es necesaria, porque de ella está formada la naturaleza del ser humano. Las culpas ruedan de unos a otros, la gentes se muestran desanimadas, tienen demasiadas preocupaciones en su vida cotidiana y no pueden “perder el tiempo” con sus derechos. Ésa es nuestra agonía. Protestar… ¿contra quién? Venimos de una dictadura, y en cualquier momento de la historia siempre ha habido una cabeza visible que simbolizaba el desorden y el malestar. ¿Y ahora qué? Estamos regidos por una falsa camaradería ajena a gran parte de la sociedad, porque está difuminada bajo el aparente respeto hacia todas las clases, que, al final, son las que dan los votos.

P. Sorprende que un autor tan joven elija como protagonistas a tres hombres maduros (o ancianos), que debaten sobre política y toros entre chascarrillos castizos con acento andaluz. ¿Crees que las cuestiones que se plantean responden a una pieza política o de denuncia?

R. Puede que ambas, aunque creo que va un poco más allá. Habla del sentir de un país. Tampoco creo que sea en algún modo partidista. Simplemente se muestra una realidad, una sensación, un momento en nuestra historia sin precedentes: estamos completamente solos, “solos y sin dueño”, como dice uno de los personajes. ¿Qué hacer? Regresamos al Godot de Beckett. ¿Estamos preparados? Ahí está Valle. ¿Saldremos de ésta? ¿Es esto realmente lo que somos, lo que nos merecemos? Ahí está Zweig: “La Historia, casi siempre, acaba teniendo razón.”

Noticias sobre el premio "Pop Drama"

El dramaturgo gijonés Néstor Villazón resulta finalista del premio europeo "Pop Drama"

La obra "El negro es un color" se basa en un hecho real y será traducida al inglés

J. L. A. El dramaturgo gijonés Néstor Villazón (1982) sigue abriéndose camino en la escena española ensanchando su currículum con un premio tras otro. Su obra "El negro es un color" acaba de ser seleccionada como finalista, dentro del ámbito español y latinoamericano, del premio internacional "Pop Drama". Estos galardones han sido instituidos por Caja Granada Fundación para promover la creación teatral en el espacio comunitario europeo.

"El negro es un color", que se traducirá próximamente al inglés, es una pieza inspirada por un hecho real, según explicó Villazón: el encierro en una iglesia de Lyon (Francia) de más de ciento cincuenta prostitutas como protesta por los asesinatos de varias profesionales del sexo. Tuvo un creciente apoyo social frente al rechazo del Gobierno. Fue el 2 de junio de 1975. Desde entonces, en ese día viene celebrándose el Día internacional de la trabajadora sexual.

Villazón, licenciado en Filología Hispánica que escribe también poesía, está en posesión de otros premios teatrales, como el "Lázaro Carreter" o el de "La jarra azul". Este año ha estrenado en Madrid su obra "Salvador", y en Grecia, donde ha participado en el Festival de Teatro Español, la pieza "Democracia".

 

(Jose Luis Argüelles, La Nueva España)

 

 

 

 

 

El premio europeo de dramaturgia Pop Drama ya tiene finalistas en su convocatoria española

Más de 300 textos dramáticos originales han concurrido al premio Internacional Pop Drama, que promociona la creación literaria teatral, la creatividad de los artistas y la circulación de obras de teatro en el ámbito comunitario.

CajaGranada Fundación puso en marcha hace unos meses esta nueva iniciativa creativa, inédita hasta ahora. Se trata de un proyecto europeo que permite la circulación de obras de teatro en el ámbito comunitario, en el que participaban instituciones de cuatro países: Italia, Rumanía, Reino Unido y España.

Los finalistas de la convocatoria española de la I edición de premio, al que se han presentado 67 obras originales provenientes de España y de diversos países latinoamericanos han sido: primero, Samuel Pinazo Arias, con su obra 'Hécate y la Frontera'; segundo Patricia Suárez, con su obra 'Shylock' y tercero, Néstor Ismael Martínez Villazón, con su obra 'El negro es un color'.

'Hécate y la Frontera', la obra ganadora de la convocatoria española de Pop Drama, cuenta la historia de tres mujeres que fueron despedidas cuando la empresa trasladó sus oficinas de atención al cliente y call center a Colombia.

Elena y Virginia aprovecharon para quedarse con varias cajas de teléfonos móviles y dispositivos viejos, que ahora se dedican a vender a los refugiados que entran por la línea de Gibraltar a España. Ahí conocieron a alguien que les ofreció un negocio: cruzar el país transportando a un grupo de siete jóvenes musulmanas que deben llegar a Andorra en su camino con destino Alemania.

La acción tiene lugar en casa de Virginia, adonde ha llegado Elena con Ioana, un personaje peculiar con quien Virginia no esperaba encontrarse. La pieza se desarrolla mientras preparan el viaje que deben afrontar las otras dos protagonistas.

El jurado, que eligió por mayoría la obra ganadora, concedió el premio "por la actualidad del tema propuesto y su diálogo fluido y contemporáneo. Asimismo consideró que la trama se presenta bien construida, con unos personajes acordes al planteamiento que propone el autor, como respuesta a una realidad social que incide de manera muy contundente en los problemas que experimentan hoy los países europeos".

Diego Oliva, Director de CajaGranada Fundación, ha mostrado su satisfacción "por participar en una iniciativa de ámbito comunitario como ésta, ya que la cultura es uno de los instrumentos más importantes que tenemos a nuestro alcance para estrechar lazos con los países europeos".

También ha destacado "la calidad de los textos recibidos, agradeciendo al jurado su ardua labor para determinar los ganadores de esta I edición de Pop Drama".

Una vez elegidos los textos finalistas por cada una de las instituciones organizadoras en Pop Drama, el siguiente paso es proceder a la traducción de cada uno de ellos al español, inglés, rumano e italiano, los cuatro idiomas oficiales de los países participantes en esta iniciativa.

Habrá, por tanto, cuatro obras en cuatro idiomas diferentes, que serán leídos y dramatizados en los distintos países, con la presencia de cuatro jurados populares integrados en su mayoría por jóvenes y estudiantes universitarios.

Las personas que quieran formar parte del jurado español pueden solicitarlo en el Centro Cultural de CajaGranada en Puerta Real o en el Museo CajaGranada, rellenando un boletín preparado al efecto. Igualmente, lo pueden hacer a través de www.popdrama.eu.

Las lecturas dramatizadas a las que asistirán los jurados seleccionados se harán los días 4 y 5 de noviembre en el Teatro CajaGranada, y todos los jurados obtendrán un obsequio por su labor, además de entrar en el sorteo de un viaje a Londres para dos personas con entradas gratis para disfrutar de una representación teatral.

A través de una votación llevada a cabo de forma simultánea en los cuatro países participantes en Pop Drama, se decretará el ganador final y absoluto del concurso, cuyo trabajo será publicado y difundido en toda Europa, con la posibilidad de organizar su representación en escena.

(Noticias Cuatro)

Noticias sobre Salvador

Salvador, de Néstor Villazón. Un drama útil y necesario

publicado el 27/02/2016 por LUIS MUÑOZ DÍEZ en TEATRO con NO HAY COMENTARIOS en salvador, de néstor villazón. un drama útil y necesario


 

Inma Jerez con Jose Tornadijo, que es Salvador en la obra de Néstor Villazón

Por Luis Muñoz Díez

Néstor Villazón ha escrito un drama con todas sus reglas. Inicia la obra con un hombre obstinado en saber lo que su hijo ha aprendido ese día en la escuela. Su mujer cansada le disuade con aprendidas evasivas y le recuerda que el niño duerme. Al hombre le preocupa de una forma obsesiva si el niño ha aprendido algo útil ese día. La mujer le dice que parecía feliz, al hombre no le parece importante que el niño pareciese contento e insiste en sus dos preguntas: qué materia ha dado y quién ha impartido la clase. Acaba despertando al niño para que le recite la lección, el saldo es desolador, el niño se la recita y asustado acaba llorando, la mujer se derrumba ante un hecho que parece cotidiano, y el hombre se arrepiente.

La escena consigue lo que busca, contagiar al espectador una inquietud que durará toda la función.

La mimbrería de Salvador está armada con unos elementos que causan escalofrío, de entrada, el cimiento de la muerte de una madre, un niño que sufre, la soledad y la locura.

Estamos preparados para asumir el dolor, incluso la muerte, pero la locura, nunca. La muerte puede llegar taimada, pero tras ella hay un reparador silencio, pero la locura es ruidosa, desordenada y desordena, conlleva una lucha sin horario ni cuartel.

El fantasma de la locura socaba cualquier convivencia y rompe todos los esquemas en que se nos ha educado, de pronto ya no vale nada de lo que sabíamos, en el entorno se siente el vacío: personas que te aportaban compañía o seguridad se vuelven silenciosas y escurridizas. La persona que amas, hasta ayer cariñosa y brillante, se queda en dique seco, sin trabajo, ensimismada, formulando una y otra vez teorías y preguntas, que los que resisten y conviven con ellos no saben responder.

El fin del siglo pasado nos trajo un salto cualitativo en avances de farmacológicos, pero no fue la solución, sólo permitió echar la llave a los centros psiquiátricos. Los fármacos tienen unos efectos secundarios indeseables, que palian males mayores, y con un ¡alehop! disipan alucinaciones, pero no dan soluciones ni confort al enfermo, por lo que es una tentación abandonar la medicación, y el futuro de estos enfermos sin ella está escrito en los libros de texto de psiquiatría.

Néstor, sitúa la acción en tres campos muy bien delimitados, uno es el presente: la convivencia de Salvador con su mujer y su hijo, que sería lo más importante a nivel emocional, y es el verdadero fondo del drama. El trastorno de Salvador, condiciona las 24 horas del día de esa familia, en un momento dado, la mujer dice que lo necesita pero ya no lo quiere. Salvador es un profesor apasionado y vocacional, al que le separan de la docencia. La labor docente, que Salvador ve como redentora social, está presente en la obra reflejada en el claustro de profesores, en que cada uno se adapta a su medida, a una escuela con una maquinaria deshumanizada, que saben que no funcionas, y los hace sentir culpables por no hacer lo suficiente. El tercer campo es el de la familia de Salvador, ahí está la raíz, aunque no sea la causa de la enfermedad. El cuadro familiar lo forman un padre y cuatro hijos, tres y Salvador, y la presencia de una madre muerta que flota en el aire. El padre siente debilidad por Salvador, el hombre se ha esforzado, a pesar la falta de la madre, porque todo fuera bien, pero no ha sabido hacerlo. Prepara comidas con amor, las sirve con amor, pero luego una vez en la mesa sus palabras contradicen sus actos, y en ellas no se advierte el infinito amor que siente por sus hijos.

Salvador es una obra de miedos y soledades compartidas, está basada en un hecho real, lo que le ha llevado al autor a tratar con un gran pudor el tema. Tanto que la obra que se representa corresponde al cuarto libreto escrito por Néstor Villazón. El reto era muy difícil, porque el árido paisaje de la locura desarma y asusta, demoniza y aísla al que la sufre, y a todo el que decide acompañar al que la sufre, dinamita palabras tan sonoras como mujer, marido, hijo, hermanos, amigo… Es vivir a las afueras de cualquier manto protector, sea el de cielo o de la razón, dejándonos a la intemperie y si respuestas.

La dramaturgia de Salvador, está bien armada, el autor se pone al servicio del hecho real de una manera eficaz y generosa, articula la historia y nos la muestra con un texto descriptivo, pero para bien, y es inevitable, sale la sensibilidad poética del autor.

El resultado es un texto inquietante, tremendamente desazonador. Pero en él subyace un mensaje positivo, un sí, es muy duro, pero es así, que le vamos a hacer, y todo este sufrimiento puede que no sea en vano, porque si es cierto que nuestro paso es fugaz, nuestros buenos actos, y nuestras palabras certeras, permanecen en quien nos ha observado o escuchado, y si bien de momento no somos conscientes, volverán en el momento preciso para ser útiles.

El texto que Villazón, que ha entregado al director Rafael Botea, cuenta con diez personajes y varios emplazamientos, y Rafael inicia su trabajo desde una escenografía acertada de Mónica Florensa, muy básica pero suficiente, soluciona con mucha imaginación el cambio de espacios, logrando momentos realmente hermosos como el de la muerte de Salvador, y los actores están bien movidos.

 

Los actores Ferrán Arís Benito Jiménez, Fran Bueno y Vanessa Vega representan al padre y a los hermanos de Salvador

Benito Jiménez representa en la obra a un acotador o maestro de ceremonias, que pone orden en la historia, e interpreta también al padre de Salvador, un personaje con mucho calado, al que el actor le imprime su punto justo. Un hombre contradictorio que siente tanto amor hacía sus hijos como dificultad tiene para expresarlo, con el que es fácil identificarse.

Inma Jerez interpreta con hondura a la mujer de Salvador, que con su expulsión de la escuela, queda oficializada la enfermedad. A esta mujer le han movido el suelo, siente la soledad de vivir con un hombre al que desconoce y un hijo que no sabe como preservar del sufrimiento.

Fran Bueno dobla también papel, es un hermano de Salvador y el amigo de Salvador. Una amistad de la que reniega en la junta de profesores. Fran Bueno, le da un buen punto de sobriedad a este pequeño traidor que se dejó ayudar y ahora quiere olvidar que palia su miedo con una actitud fría y hermética.

Ferran Arís representa un profesor resuelto, que sabe que las cosas no van bien en la docencia, pero se ha resignado. Se abanica la culpa, aunque no se engaña y sabe que su decisión tendrá consecuencias en el futuro de sus alumnos. Y se desdobla como hermano de Salvador, el único que plantará cara a su padre, el actor se hace muy bien con los dos personajes.

Vanessa Vega es la directora del colegio, se siente directamente una impostora, porque realiza un trabajo mecánico y deja volar su imaginación compadeciéndose de sus soledades, para evadirse. El momento en que lo confiesa, es un momento realmente hermoso en el que la actriz transmite y brilla, también se desdobla para ser una hermana de Salvador.

Salvador encuentra un acomodo inmejorable en el actor Jose Tornadijo, le acompaña el físico y compone su personaje con total acierto, trasmite sus seguridades obsesivas, causando casi miedo en el espectador, pero así mismo sabe comunicar su miedo, su impotencia y su temblor.

Si acudís a ver esta función encontraréis un trabajo honesto, que ilumina zonas oscuras de la condición humana que por temor preferimos olvidar. No es una obra fácil de ver en un principio, porque zarandea y hace rozaduras en nuestra alma conservadora, pero tiene un poso totalmente positivo: saber es mejor que desconocer.

Siempre es bueno poner luz sobre un tema tabú como es la mal llamada “locura”, para normalizar a quien la sufre, y hacernos conscientes de que no es una simple enfermedad, que puede llamar a cualquier puerta, que esos enfermos no son malditos, que son padres, hijos, hermanos, se los amó y se los ama.

Saber y conocer es tener armas, y valga lo dicho como homenaje al maltrecho y verdadero Salvador, darle la razón de que sólo el conocimiento nos redime.

Enhorabuena, Néstor, Rafael, Benito, Inma, José, Fran, Ferrán, Vanesa y Mónica.

(Luis Muñoz Díez, revista Tarántula)

Más reseñas del espectáculo en El país, El mundo, La guía del ocio y Revista Godoff

Noticias sobre El sermón del fuego

El sermón del fuego es una obra que nos acerca a la realidad cotidiana que no vemos, o no queremos ver, que preferimos dejar en la trastienda, en la vuelta de la esquina que no giramos: el mundo de los drogadictos.


Yonqui y Cundero, un drogadicto y un conductor de cundas (taxis que te llevan al camello), conversan a lo largo de la obra, mantienen un diálogo discontinuo, discuten, reflexionan para ellos mismos o para nadie. Nos muestran su vacío y falta de horizonte, nos hablan de su pasado y fatuas esperanzas. La violencia aparece de forma inesperada, parece flotar una hostilidad que estalla para luego volver sus vidas a un discurrir sin existencia; pero también surge la necesidad de consumir el momento, sin importar nada, sólo estar colgados, flotando. Y siempre está la presencia ausente, cual Godot, del camello que les suministra su maná, al que se refieren como Él.


La conversación de estos dos personajes nos va atrapando, nos dejamos llevar por ese diálogo que nos acerca a la parte humana de estos deshechos de la sociedad. Néstor Villazón escribe un texto veraz, preciso, sin necesidad de utilizar argot para hacerlo creíble. Un reto nada sencillo y que lo supera con pulso enérgico.


Este texto teatral tiene como referencia el poema El sermón del fuego de T. S. Eliot, que es la tercera parte de su poemario La tierra baldía (1922). Este poema, sin argumento, es una sucesión de imágenes que habla de la esterilidad moral y del naufragio de la sociedad actual… Comparte con este poema, además del título, su espíritu: desolación, angustia y miseria. Él, el Rey Pescador, que extiende sus redes para reclutar y abastecer a sus siervos…

 

El pabellón del río está roto, los últimos dedos de las hojas
se aferran y hunden en la mojada orilla
                                

T.S.Eliot


Ediciones invasoras nos lanzan textos para lectores que buscamos un teatro no convencional, obras que se enriquecen con una segunda reflexión, obras que deben tener un lugar en el panorama teatral actual. No dejan indiferente.

 

Y Néstor Villazón tendrá seguidores… y aquí uno más.

(Jesús Falcón, revista Pop-up Teatro)

Noticias sobre Otra maldita tarde de domingo

SALIDA A ESCENA

    Creo recordar que fue el poeta Luis Felipe Vivanco quien escribió “Poemas representables”, un conjunto de composiciones configurado en forma de diálogo, con acotaciones para enumerar pormenores. Ese aspecto teatral de la poesía está también en algunos espacios creativos de Rafael Alberti y Federico García Lorca. En las últimas promociones es una excepción ya que prevalece la lírica de interiores, sin escenarios ni personajes declamatorios, sólo atenta al soliloquio expresivo de un yo que casi siempre funciona como reflejo del protagonista escritural.

   Néstor Villazón (Oviedo, 1982), Licenciado en Filología Hispánica, llega por primera vez a la poesía con el poemario Melville en la aduana, pero se decanta  por la nueva escena, donde consigue un notable reconocimiento por su obra teatral Democracia. Ahora regresa al verso con Otra maldita tarde de domingo, título que provocaba la reflexión inicial de esta reseña, y que procede de una cita tomada de Roger Wolfe.

  Este conjunto arranca con un poema prólogo, enfocado como si fuese un monólogo situacional en el que conviven la ironía y el sosiego para trazar las pautas que regulan la salida del yo poemático en el páramo incierto de lo cotidiano. También la presentación adquiere la apariencia de un enunciado recitativo, con una exhortación al lector: una invitación a compartir los pormenores existenciales que acumulan las horas, como si diese voz a  un personaje arquetípico y teatral capaz de transmitir a los espectadores una digna apariencia de entereza, aunque sea sólo un hombre ante el espejo, con gestos de derrumbe.

  En este primer tramo del poemario resalta la disposición tipográfica de “Carta para André Breton”, un guiño a la rebeldía surrealista y a los impulsos del automatismo psíquico contra la intervención reguladora de la razón.  

   Pero es una excepción en un avance pautado en el que el tiempo se convierte en protagonista central, hecho casi siempre de rutina y monotonía, asentado en libros y lecturas, proclive a la indagación y al recurso de la escritura poética para descifrar el sentido del presente o evocar los indicios del pasado, como sucede en el poema “Infancia”.

   El autor habla en ocasiones desde un poema personalizado, como si el texto se dirigiese a una única identidad: un padre imaginario, Marinette (a quien también se dedica el poemario) o su ego desdoblado. El texto se convierte así en un mensaje íntimo y cercano que alude a los tejidos sentimentales del sujeto.

   La disposición en apartados deja en el lector la sensación de distintos momentos escriturales y temáticos. Los argumentos se diversifican: a veces reflexionan sobre la poesía, una anécdota laboral, la soledad y sus contradicciones;  argumentos que requieren, como anota el autor, un verso pobre y un material precario, porque el hablante lírico se sabe un hombre más que sale a escena para contar otra maldita tarde de un domingo; en resumidas cuentas, la historia cotidiana de ese tiempo inasible en el que se extienden los renglones de sueños y fracasos, la lucidez y el desconcierto.

(Jose Luis Morante, Puentes de papel)

Pues sí. Otra maldita tarde de domingo. En la sociedad de la realización a través del trabajo alienado y del ocio dirigido, de la mercantilización de la vida en todos sus ámbitos, del interminable espectáculo de la máquina capitalista, me temo que cada vez es más complicado no acabar colgándonos del último clavo ardiendo de nuestra angustia. El domingo por la tarde se abre entonces como el no lugar, como el espejo grotesco en el que podemos observar la deformidad de unas vidas no vividas por nosotros mismos, sino programadas para servir a la producción y al consumo de objetos.

Por eso no es extraño que Néstor  Villazón haya elegido un poema de Roger Wolfe para introducir su libro, e incluso haya encontrado en él su título:

 

“Otra maldita tarde

de domingo, una de esas

tardes que algún día escogeré

para colgarme

del último clavo ardiendo

de mi angustia”

Roger Wolfe

 

Porque la poesía es precisamente esa actividad que, ajena por completo a los imperativos de la mercancía, a la utilidad del tiempo en su sentido economicista, golpea a quien la vive (obsérvese  bien que no digo a quien la trabaja) con la conciencia clara de todo lo que nos estamos perdiendo.Basta reducir la velocidad de crucero en la que nos mantienen anestesiados, basta que aparezca esa tarde de domingo, para que se haga patente el impulso profundamente revolucionario de lapoetización del mundo.

Y lo que en este libro nos propone el poeta, no es otra cosa que la necesidad de un diálogo fructífero con esa república imaginaria que la literatura (o el arte, si se quiere) no ha dejado de construir en los márgenes de los días laborables:

 

Compradores

 

Incapaz de asumir, día tras día,

anécdotas simplistas e ineficaces

de nombres que murieron y quizá no fueron suyas

-un único pasaje de San Juan,

La casa encendida al completo,

una palabra, una sílaba, tan sólo el eco

de un maestro admirado de provincias

y sus sonetos horacianos- y tener que preguntarme

día tras día, mil simplezas e ineficacias:

¿Quién escribió aquello de “A la divina paz,

que aquí abajo os da más dicha que la razón”?

¿En qué libro de entre los suyos

se encuentran los versos “Qué hacer mientras espero

el esperado fin del laberinto”?

¿De dónde demonios era Emil Ludwig?

¿Quién fue el padre de Anaïs Nin?

En estas dudas me detengo

mientras una pareja acude

a la tienda en que trabajo. Me preguntan

si conozco el libro que titula

el “conocido” videojuego Dante’s Inferno.

Acudo al lineal. Regreso

con varios tomos de la Comedia divina.

Él asiente. Ella interroga

acerca de una posible oferta. Y ya se han ido.

Definitivamente el erudito y el ignorante

Poseen su parcela de egoísmo.

¿Y qué hay de la clase media de la intelectualidad?

 

Así se va revelando una especie de cartografía personal de los dominios del hombre precisamente en aquello que tiene de inalienable. Poema a poema avanzamos por un espacio  repleto de la bellísima inutilidad del tiempo abandonado a sí mismo. Del tiempo como lugar habitable y cíclico, y no como el vector impenetrable de los imperativos productivos, en el que no nos queda más remedio que sobrevivir a golpes de espectáculo, ese que nos permite olvidar por un momento la velocidad vacía de significado a la que nos condena el capitalismo.

Pero, ay, las tardes de domingo…

 

Conclusión para toda monotonía

 

Siempre habrá quien castigue sus días

maltratando tus sueños.

Joven o viejo trasnochado, derrotado

en este inmenso placer

de la melancolía:

despierta.

(Javier Critóbal, revista Tarántula)

 

 

 

 

 

 

A principios de este mes Vitrubio Ediciones, editorial española nacida en 1995 con el deseo de combinar la publicación de obras de poetas noveles con poetas clásicos, ha apostado esta vez por el poemario de Néstor Villazón (Gijón, 1982) titulado Otra maldita tarde de domingo.

        Este joven filólogo asturiano, afincado en Madrid. ha construido una brillante trayectoria tanto literaria (que abarca teatro y poesía) como crítica (es redactor teatral en La Ratonera, reseñista en Clarín y coordinador de la sección de Literatura de la revista Páramo).

       En cuanto a su trayectoria literaria, que es aquí la que más nos interesa, es ganador del Premio Lázaro Carreter en 2009 por su obra teatralDemocracia;finalista del certamen teatral La Jarra Azulcon su obra dramática Your Dementia (la cual se publicará el próximo año); finalista del Primer Certamen LVR Ediciones 2001 por su poemario Melville en la aduana; y recientemente incluido entre los jóvenes dramaturgos más influyentes del siglo XXI (revista Acotaciones, 2012).

        Otra maldita tarde de domingo (Vitrubio Ediciones, 2012) escrito con una técnica magistral y un variado registro formal (en sus páginas podemos encontrar desde un soneto clásico, pasando por micropoemas en los que condensa magníficamente sus reflexiones, a un poema vanguardista dedicado a Bretón) destila sencillez y espontaneidad a partes iguales.

       No menos variado e interesante es su contenido que gira en torno a temas como: la desesperanza del poeta del siglo XXI; la reivindicación de dicho poeta como hombre de la vida cotidiana; la intemporal y humana angustia existencial; el diálogo con la creación poética (con el yo que escribe, con lo que se escribe, y con el lector); el amor cotidiano, el cercano, el real; entre otros temas.  

 

(Eliana Dukelsky, Fundación para la Investigación y el Desarrollo de la Cultura Española)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando por fin me fui con mi ejemplar de Otra maldita tarde de domingo y empecé mi particular andadura por sus páginas, mientras el metro avanzaba hacia mi destino –que no estaba precisamente próximo–, sentí que esos poemas me atrapaban, por su naturalidad, su temática tan cercana, por la sorna existente, esperable en estos tiempos donde los que deberían estar velando por el bienestar comunitario parecen creer tomarnos el pelo… Pronto acudiré a alguna librería en busca de alguna obra más de este autor.



(Helena Suárez, La poesía que viene)







Wolfe le brinda el título a Néstor Villazón para su último poemario, y este licenciado en Filología Hispánica no sólo no lo desaprovecha, sino que inteligentemente, recoge el testigo para afirmarse en este volumen como el poeta a seguir que auguraban sus colaboraciones o su anterior Melville en la aduana. Autor también de la pieza de teatro Democracia, con la que ganó el Lázaro Carreter en 2009, forma parte del consejo de redacción de la revista La Ratonera y es reseñista en Clarín, Revista de Nueva Literatura. Y, tras esta nueva publicación en Vitrubio, puede decirse que ha ido un paso más allá al de ser una joven promesa. Realmente, una voz interesante. 



(Vanesa Gutiérrez, El Comercio)






Néstor Villazón, ganador del premio “Lázaro Carreter” de textos teatrales con su obra “Democracia”, colaborador de revistas como La Ratonera o Clarín, demuestra misma firmeza y contundencia tanto en su labor teatral como poética. Amante de los libros de vocación y oficio, de la lectura, del placer de ésta y también del aprendizaje que supone (“Cuento mis días por los libros/ que no he escrito”). Lecturas que invaden poema y obra, asimilación a modo de simbiosis pues el autor no sólo se nutre de lo leído sino que, de un modo del todo natural, lectura y obra confluyen hasta dirigir sus pasos hacia nuevas formas, o híbrido, que moldea y actualiza lo sentido o vivido (en letra impresa o experiencia) hasta alcanzar voz propia; voz que a su vez se pregunta de un modo constante, duda y cuestiona, toda referencia, tradición o pose (“Hoy los dioses han muerto/ y no hemos sobrevivido”). Sorprende, por tanto, encontrar a un autor que se atreve a cuestionarse a si mismo y un libro que cuestiona su propia integridad. Labor que demuestra madurez y sabiduría al analizar con distancia no sólo lo conocido y acontecido, también lo observado, vivido en carne propia o ajena; cuestionar la propia voz que indaga y los resultados de dicha indagación. Una voz sincera: “Jamás miente la tinta/ que se apoya sobre una estufa rota”. 

Acostumbrados a la grandiosidad excesiva, al artificio, la vanidad y egocentrismo que casi toda obra poética entraña resulta del todo saludable -y eficaz- encontrar un cierto alivio al comprobar que no todo nos conduce a un realismo mal entendido, a esa tendencia tan de moda de utilizar surrealismo o vanguardia como excusa para toda incoherencia (“Bien Cierto Es usted sabio/ SEÑOR BRETON/ ¿Y la forma? Cualquier forma.../Justifica el/ ETRA?”), al libro de poemas que carece de algo tan básico como oficio y esfuerzo y dedicación, pero, sobre todo, y principalmente, al oficio de lector que toda escritura implica y que parece del todo olvidado. Recobramos aquí la confianza perdida. El poema ha de mostrar conciencia individual y también colectiva (“Piensa en aquello que eres,/ Y grita./ Mañana hablaremos de quién escucha”), a modo de espejo donde reflejarnos y ver también nuestro propio reflejo: “Mírame: soy un hombre normal./ ¿Ves que tampoco cuido mi verso?/ Ni siquiera a mis ojos soy poeta./ Mírame: sólo soy un hombre más”.

Cuando nos olvidamos de nosotros mismos perdemos el rostro: “No hay nada más triste/ que mirarte a los ojos/ y no verte en ellos”. Tal vez aún estemos a tiempo de recuperar esa coherencia o integridad que apenas encontramos ya ni en la palabra misma: “Definitivamente todo es lamentable/ siempre que lamentable no signifique/ definitivo”.



(Ana Vega, La Nueva España)





 

¿Cómo conocí a nuestro poeta?  En el primer recuerdo que tengo de Néstor Villazón, el poeta se encuentra en un sótano y yo bajo a ver, con curiosidad a ese asturiano misterioso que acaba de entrar a trabajar en la librería y que mira todo con los ojos (muy) abiertos. No me di cuenta, pero desde ese primer momento se mostró como un poeta observador.

            Después fui conociéndolo más. Vino Democracia (premio Lázaro Carreter 2009),Melville en la aduana (finalista I Certamen LVR ediciones, 2011) y como guinda del pastel la publicación de Otra maldita tarde de domingo. Me siento pequeño ante este comienzo tan prometedor.

 

            Pero volvamos con Otra maldita tarde de domingo.  Me hubiera gustado presentar este libro un domingo por la tarde, entonces estos versos de Roger Wolfe con los que comienza el poemario tendría más sentido:

Otra maldita tarde

de domingo, una de esas

tardes que algún día escogeré

para colgarme

del último clavo ardiendo

de mi angustia.

            Aunque se esa manera no podríamos ver sonreír al poeta

Jamás sonrío un domingo por la tarde (51)

            Me imagino al poeta Néstor escribiendo estos versos, sentado en una cafetería, mientras hace borrones con el boli. Poemas quizás escritos en servilletas con manchas de café en los bordes. Me imagino al poeta Néstor escribiendo versos como estos:

Definitivamente todo es lamentable

Siempre que lamentable no signifique

Definitivo (57)

 

 

            Hay dos poetas a los que me ha hecho recordar la lectura de este libro. Uno de ellos es Gil de Biedma. Leo en la página 20:

En el que el hombre se derrumba

Ante la cobardía de su espejo

Y me recuerda a esas palabras de Gil de Biedma que recuerda J. M. Castellet en el prólogo de Retrato del artista en 1956:

Imagina un hombre que se derrumba completamente desnudo sobre la cama. Imagina un cansancio y un sueño infinitos, seguidos de un despertar turbio, en el que no te reconoces.

            El otro poeta al que me recuerda es Dámaso Alonso. Hay algo indefinido en el poemario que me recuerda esos famosos versos de Insomnio:

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)

            Algo se refleja en esos versos que dicen:

En una ciudad sin vida, algo así

Como una sala de fiestas desocupada (66)

 

            Siempre que leo un libro de poemas me quedo con la sensación que deja. En este caso tendría que usar las palabras zozobra y desesperación, similar a ciertas tardes dominicales; el título no puede estar mejor elegido.

Un  libro lleno de monotonías de café y libros, no tomando la monotonía como algo negativo. Lleno de demonios familiares y, sobre todo lleno de amor, de un amor bello e incondicional que ilumina las páginas y al lector como si estuvieran escritas con letras de oro.

Este es un poemario desengañado, con algunos micropoemas sorprendentes y un soneto extraordinario (Desde tu torre (61)), unos bellos poemas de amor dedicados a Marinette, un poema surrealista homenaje a André Bretón y miles de reflexiones  en las que detenerse o deleitarse. Una visión desengañada de la vida; ya se sabe que los sueños no se cumplen al pie de la letra y que hay que reescribirse continuamente. Dice Néstor:

Te escribo como por señales:

Desengaño, miseria, inapetencia. (32)

Para afirmar más tarde:

Resulta incapaz ser maldito

En un mundo bañado en cortesía (32)

 

 

Me gusta este poemario, no sólo por el poema de la página 58. Me gusta porque me hace observar con otros ojos las tardes de domingos, malditas, y porque, en ciertos momentos, me ha puesto los pelos de punta. Gracias Néstor, poeta.



(Introducción de Iñaki Echarte Vidarte durante la presentación que tuvo lugar en Madrid, en el Café Comercial)

 

Noticias sobre Your dementia

Néstor Villazón queda finalista de «La Jarra Azul» con «Your dementia»

El escritor gijonés ya ganó en 2009 el «Lázaro Carreter» de textos teatrales




El autor gijonés Néstor Villazón (1982) es uno de los tres finalistas del cuarto certamen de textos teatrales «La Jarra Azul», que convoca la asociación cultural barcelonesa homónima. Su obra «Your dementia», por la que fue galardonado, se publicará en la colección de teatro «Dédalo». Los otros dos autores seleccionados son Tamara Nabel, por «La media de lo normal», y Julio Fernández Peláez, por «Cielo naranja».

Néstor Villazón se consolida, así, como uno de los jóvenes autores dramáticos españoles con proyección. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, el escritor ya ganó en 2009 el premio «Lázaro Carreter», que concede la Asociación de Directores de Escena. Su nombre aparece en alguna lista como uno de los treinta jóvenes dramaturgos más influyentes.

Miembro del consejo de redacción de la revista teatral asturiana «La Ratonera», Néstor Villazón compagina su escritura teatral con la poesía. El año pasado publicó en Vitrubio «Otra maldita tarde de domingo», y en 2011, LVR le editó el poemario «Melville en la aduana». Su pieza «Utopía, al fin» fue seleccionada en 2011 por la sala gijonesa El Huerto para celebrar el «Día mundial del teatro».



(J.L.A., La Nueva España)

Noticias sobre Democracia

Néstor Villazón (1982) es autor de Democracia, una farsa de crítica política en la que tres votantes, que coinciden ante las puertas de un colegio electoral que no llegarán a abrirse, discuten en tono sentencioso sobre el sentido de la votación. El uso de un léxico taurino, entreverado de citas de Machado y de tópicos diversos acerca la pieza al tradicional modelo del sainete.


(Eduardo Pérez-Rasilla, 2012. "La escritura más joven. Algunas notas sobre la literatura dramática emergente en España". Revista Acotaciones)

Democracia alumbra -irónicamente- la dictadura de los términos precisos, barriendo de un plumazo la comodidad barroca de la que se invisten las obras irrepresentables. Democracia nace por y para la escena.


(Jorge Moreno, en el prólogo de la edición)






Este Premio Internacional de Literatura Dramática “Lázaro Carreter” 2009 sorprende por su concisión y efectividad, tal y como Jorge Moreno acierta a definirlo en su prólogo “menos es más”:


“Dicho mantra, establecido en nuestro acervo cultural como implacable sentencia, oculta emocionales cargas de profundidad, alterando la percepción que nosotros –humildes o soberbios lectores- recibimos desde el mundo literario. Ése es el caso de Néstor Villazón.


Democracia, el texto dramático que nos ocupa, maneja a la perfección tal rezo /plegaria / sentencia: Menos es más.” (p.13)


O también se podría decir que el tamaño no es lo que importa o lo bueno si es breve, dos veces bueno. Pues, ciertamente es el caso que nos ocupa.


Néstor Martínez Villazón sitúa a sus tres personajes en una jornada electoral y a partir de ahí, de esa situación aparentemente cotidiana, desentraña los diferentes aspectos, puntos de vista y pareceres que el hecho de votar propicia, ofreciendo un fiel retrato de nuestra sociedad actual (sus defectos, sus virtudes y sus absurdas y no del todo ilógicas contradiciones) y planteando dudas razonables sobre ciertas cuestiones habitualmente indiscutibles.


El Jurado decidió otorgar por unanimidad este galardón a la obra de Néstor Martínez Villazón por “su mezcla sarcástica y deliberada del sainete y teatro del absurdo, mostrando el surrealismo de la cotidianeidad con ingenioso humor”. Y ciertamente, en Democracia, el autor juega con todo lo que tiene a mano: el lenguaje, sus personajes, la estructura, los significados, etc. abriendo múltiples vías y llevando con una aparente sencillez al lector -y esperemos que espectador-, a reflexiones de gran profundidad.


Tras continuos pases de muleta y quiebros, nos da la estocada casi sin enterarnos, suavemente, de manera que ya es tarde para ofrecer ninguna resistencia porque nuestra suerte está echada. A través de esta obra hace que se nos tambalee la idea que tenemos de uno de nuestros pilares sociales básicos, nuestra forma de gobierno y de participación en él, es decir, finalmente cuestiona nuestro estado de bienestar, porque en realidad, si se quiere, todo es cuestionable en esta vida, y aunque suene quizás anárquico, ¿por qué no nuestro propio concepto de “democracia”?


Y como no quiero que me ocurra con esta obra como le sucede a uno de los personajes (“digo que apenas he dicho, y ya usté lo ha hablado todo por mí.” p.42), la abajo firmante quiere dejar al respetable su propia opinión, así que, adelante, a leer. Va por ustedes.


(Inmaculada de Juan, 2010. Asociación de Directores de España)








A pesar del título, Democracia no es una obra política, la pieza de nuestro colaborador Néstor Villazón, ganadora del Premio Lázaro Carreter 2009 y que ahora es publicada por la ADE, es una obra enigmática que requiere de más de una lectura para saborear todo lo que nos ofrece. Estructurada en un acto único, sin apenas acotaciones de espacio ni tiempo, unos personajes de los que nada se nos dice, en cierta medida beckettianos, esperan a un Godot-votación que nunca llega, mientras se cuestionan valores como la libertad y la democracia. A través de la anodina conversación de estos tres personajes de marcado acento andaluz, asistimos a una reflexión sobre la incomunicación, los conflictos generacionales y el desencanto ciudadano, todo ello invertebrado y salpicado de comentarios taurinos que cumplen una función alienadora y evasiva. Los ágiles diálogos, en un andaluz seco y desabrido, casi existencialista y con destellos del absurdo, que nos recuerdan al lacónico humor de La Zaranda, van calando en la conciencia del lector, que se ve ganado por estos “matarifes”, que recitan a Machado.


Como en las obras de Beckett los personajes discuten para pasar el tiempo, tratan de encontrar tareas que justifiquen su existencia, pero el verdadero tema se revela en el monólogo final del personaje denominado 2: “¿Vamos a está toda la vía discutiendo? ¿No vamos a perdé este cansancio? ¿Ustedes no se quieren callá de una vez? ¿No quieren viví de una vez en el silencio?...”. Un grito de desesperanza, incertidumbre y desorientación. Aunque no conocemos muchos datos acerca de los tres protagonistas, de los que se nos escamotea hasta el nombre, intuimos un salto generacional entre los dos primeros y el tercero que llega e irrumpe en su microcosmos pretendiendo desestabilizarlo. Las discusiones a dos y tres bandas, motivadas por la llegada del tercero, hacen progresar la acción. Elementos con gran significado dramático como la puerta cerrada, símbolo de máxima incertidumbre o el papel con la dirección equivocada, juegan una baza importante en la creación del misterio que envuelve esta curiosa jornada electoral. En Democracia, estamos ante una obra redonda, que nos reserva un secreto en cada uno de sus pliegues. Como el buen güisqui, destilado y concentrado, va ganando en nuestro paladar a medida que lo saboreamos. Muy recomendable para todos los grupos que buscan un texto sencillo de montar y de carga profunda pero no pesada.

 


(Eva Vallines, 2010. La Ratonera)

 

 



 

 

Palabras y páginas al viento

 

Una lectura dramatizada de textos teatrales de autores asturianos conmemoró el Día del Libro 

 

Las galernas tienen mucho de literario. Pero poco o nada ayudan a festejar el Día del Libro. Contra el viento tuvieron que luchar ayer páginas y palabras en el paseo de Begoña, donde se instalaban las casetas de la Feria del Libro y donde las compañías profesionales de teatro asturianas quisieron dejar claro que el teatro también se lee.

Por eso a las cinco de la tarde, bajo el Teatro Jovellanos, pusieron sus voces al servicio de las palabras escritas por dramaturgos asturianos. Maxi Rodríguez, Jorge Moreno, Néstor Villazón Javier Villanueva, Luisa Aguilar, Roberto Corte, Chechu García, Eladio de Pablo y José Busto pusieron sus textos dramáticos en las voces de actores de Teatro del Cuervo, Konjuro, Pausa, Kamante, La Tejedora de Sueños, Barataria, el Tragaluz y Paraninfo 58. El objetivo, celebrar el Día del Libro y hacer visible el trabajo de las compañías profesionales asturianas. Fueron las dos asociaciones que las agrupan, Foro Escena y ACPTA, las que organizaron esta cita dramática y cómica con el viento como invitado.

Ese mismo viento soplaba con fuerza en las casetas de la recuperada Feria del Libro. Se revolvían los plásticos, pero allí seguían los libros esperando comprador. Y allí estaban desde el viernes. El domingo fue un día de venta bastante bueno; el resto, más flojos precisamente con las inclemencias climatológicas. Pese a todo, satisfacción entre quienes este año se animaron a poner sus puestos en Begoña. Carlos Vara, de Trea, se felicitaba por haber recuperado la feria y apostaba por darle continuidad. Entre otras cosas, porque en los tiempos que corren «hay que tener iniciativa». De la misma opinión es Lara Meana, de la librería El Bosque de la Maga Colibrí. «Hay que sacar los libros a la calle», afirmaba, satisfecha por las ventas de estos días de Feria. Para ella no hay ninguna duda: el año que viene más y, eso sí, espera que mejor. Porque cierto es que las condiciones no han sido las mejores.

El cerrojo se echó en las casetas y en la pequeña carpa en la que se desarrollaron algunas de las actividades paralelas. Allí estuvieron ayer los escritores Jesús Palacios y Miguel Cane poniendo sus literarias palabras para conmemorar la muerte de Miguel de Cervantes en un día en que se habló también de cine y del fomento de la lectura entre los niños.

 

(M.F. Antuña, El comercio)

Jesús Negro y Néstor Villazón, premios "Asturias Joven" de poesía y teatro

El poemario "Mientras dormíamos la gran siesta" y la propuesta "Como ceniza blanca sobre una hoguera" se alzan con los galardones de 2016

María G. San Narciso Oviedo 23.01.2017 | 03:44

Jesús Negro, a la izquierda, y Néstor Villazón. EL DIGITAL DE CASTILLA-LA MANCHA / LNE

Jesús Negro, con el poemario "Mientras dormíamos la gran siesta", y Néstor Ismael Martínez Villazón, con la propuesta "Como ceniza blanca sobre una hoguera", han obtenido, respectivamente, el Premio Asturias Joven de poesía y el de textos teatrales 2016 mientras que el galardón en su modalidad de narrativa ha quedado desierto.

El jurado de los premios ha estado formado por los escritores Beatriz Menéndez, Alejandro Fernández-Osorio y Adolfo Camilo Díaz. Con la publicación de las obras ganadoras, que se realizará dentro de la Colección Texu, estos premios alcanzarán las 67 publicaciones.

Jesús Negro (Toledo, 1981), que obtiene el premio "Asturias Joven" de Poesía, es licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo. Con 13 años vino a vivir a Asturias. Creció en Pola de Siero y ahora reside en Oviedo.

Negro ya había sido premiado en la edición de 2004 por "Historias del tiempo presente", libro publicado por la editorial KRK. También apareció en la antología de jóvenes poetas "Inmaduros 26". Ha vivido en Escocia, Irlanda y Portugal y ejercido, entre otros oficios, como reponedor, peón en una fábrica de refrescos, auxiliar de restauración arqueológica y arqueólogo. En la actualidad reside en Oviedo y se dedica de forma independiente a la traducción y corrección de textos.

"Creo que es una poesía bastante visual -explica Negro- ya que uso símbolos tipográficos e incluso metí algunas fotografías". En su obra no hay sólo versos, sino que nada más abrirla se ve mucho más. El poeta explica que tiene ganas de tener en sus manos el formato físico.

Por su parte, Néstor Villazón (Gijón, 1982), premio "Asturias Joven" de textos teatrales 2016, es licenciado en Filología Hispánica, poeta y dramaturgo. Colabora con la edición de Gijón de LA NUEVA ESPAÑA.

"Como ceniza blanca sobre una hoguera" es una historia sobre la Inquisición española de finales del siglo XV. Parte de un hecho real. "En Zaragoza, en 1485, se juntaron algunos de los judíos ricos de la ciudad. Ante los ataques y muertes que se estaban produciendo querían matar al inquisidor general, Pedro Arbués. Se unieron y lo consiguieron, con ocho puñaladas, pero fueron ajusticiados. A partir de ahí comenzó el ataque contra el pueblo judío en Zaragoza", explica Néstor Villazón. Esa historia le sirve para contar cómo era el proceso cuando encarcelaban a alguien. "El interés que yo tenía era mostrar qué era un auto de fe, para que la gente pudiera ver el proceso", prosigue.

"El proceso inquisitorial tiene mucho que ver con lo que estamos viviendo hoy en día: tema de religión, pero también del estado. Vi en esta historia una crítica paralela a la que esta ocurriendo hoy en día", dice. La obra está escrita para 19 personajes.

Néstor Villazón ha sido galardonado con el Premio Internacional de Textos Teatrales Lázaro Carreter y el Certamen Lanau Escénica de Nueva Dramaturgia. También ha resultado finalista del Premio Internacional de Poesía Jovellanos, del Certamen Internacional LVR ediciones de Poesía y del Certamen Internacional de Teatro La Jarra azul. Ha publicado una decena de textos.

La Consejería de Presidencia y Participación Ciudadana, a través del programa Culturaquí, convoca anualmente el Premio Asturias Joven de Narrativa, Poesía y Textos Teatrales con el fin de promover la creación artística juvenil, fomentar la participación de jóvenes con inquietudes artísticas y difundir sus obras tanto en el Principado como fuera de la comunidad autónoma.

Entrevista para "Conocer al autor", de la Asociación Colegial de Escritores

Entrevista de Fernando del Busto para

'El Comercio'

Néstor Villazón y Jesús Negro ganan los premios Asturias Joven de Textos Teatrales y Poesía

  • Jesús Negro es licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y viejo conocido del palmarés de los premios Asturias Joven, pues en el año 2014 lo ganó con ‘Historias del tiempo presente’, libro que publicó la editorial KRK​

Néstor Ismael Martínez Villazón (Gijón, 1982), con la propuesta ‘Como ceniza blanca sobre una hoguera’, y Jesús Negro (Toledo, 1981), con el poemario ‘Mientras dormíamos la gran siesta’, han ganado, respectivamente, los premios Asturias Joven de Textos Teatrales y Poesía que concede anualmente la Consejería de Presidencia y Participación Ciudadana, a través del programa ‘Culturaquí’. La convocatoria incluye también la modalidad de Narrativa que, en esta ocasión, ha quedado desierta.

Villazón, licenciado en Filología Hispánica, poeta y dramaturgo, cuenta ya en su haber con el Premio Internacional de Textos Teatrales Lázaro Carreter por ‘Democracia’ y con el Certamen Lanau Escénica de Nueva Dramaturgia. Además, es autor de las obras teatrales ‘Your dementia’, con la que fue finalistas del IV Certamen La jarra azul, y ‘Algunas consideraciones previas para colocarse un sombrero mientras se observa la mayor obra de arte de todos los tiempos’. También de poemas, como ‘Otra maldita tarde de domingo’ y ‘Melville en la aduana’.

Jesús Negro es licenciado en Historia por la Universidad de Oviedo y viejo conocido del palmarés de los premios Asturias Joven, pues en el año 2014 lo ganó con ‘Historias del tiempo presente’, libro que publicó la editorial KRK.

El fin de estos premios es promover la creación artística juvenil, fomentar la participación de jóvenes con inquietudes artísticas y difundir sus obras tanto en el Principado como fuera de la comunidad autónoma. Los ganadores esperan ahora a la publicación de sus trabajos, algo que se hará dentro de la ‘Colección Texu’.

El jurado encargado de su elección estuvo formado por los escritores Beatriz Menéndez, Alejandro Fernández-Osorio y Adolfo Camilo Díaz.

descarga.jpg

Beca 'Dramaturigas Actuales' del INAEM

INAEM.png
images.png

Beca Teatro Pavón Kamikaze

Pavón.png
Sin título.png

Entrevista con Muel de Dios

Entrevista con Eduardo Lagar

40920986_285512062177327_606549612128999
48406309_1995994443779741_77670115867067

Entrevista con Pachi Poncela

sobre La culpa colectiva

descarga.jpg
2.jpg
bottom of page